miércoles, 4 de marzo de 2015



¿quién te crees que eres para juzgar a los demás?

Julia creció en una familia donde hablar mal del otro era moneda
corriente todos los días y a cada rato. Su madre y su abuela parecían haberse tomado todo el tiempo del mundo para averiguar cada detalle de los demás, ellas siempre sabían la hora de salida y entrada a sus casas de cada vecino, si la vecina se veía con sus amigas, si tenían amantes o si el vecino de la esquina era gay o solo hacia negocios con hombres. Las tardes en esa casa eran todo un noticiero de espectáculos baratos. Lo más cómico era que ninguna de ellas tenía el placar limpio, es decir simulaban una vida perfecta pero tenían más muertos escondidos en el placar que un asesino serial.
-Al parecer Mariela, le dijo que no la quería ver más en su casa- lo puedes creer- oyó que su abuela le comentaba a su madre.
-Es que acaso no tiene vergüenza echar un hijo así a la calle, sin una explicación, eso no es de madres- le contestaba Bárbara, madre de Julia.
-¿Qué te asombras madre?- le preguntó sarcástica Julia- si vos le retiraste hasta el saludo a mi hermana porque se casó con el hombre de su vida, que claro estaba no era de tu agrado.
-Eso es sapo de otro pozo- contestó enfurecida su madre.
-En fin, la cuestión es que a Doña Florencia, la de la esquina no quiere ni ir a la iglesia por miedo al que dirá- acotó su abuela ignorando a Julia.
-Pobre Doña Florencia- interrumpió nuevamente Julia- si supiera que en este momento están juzgando no solamente sus acciones.
Ambas siguieron ignorando a su insolente retoña.
-Al parecer  a Betty la del almacén de la equina, la dejo su esposo- siguió su madre con el cotilleo matutino.
-Oh pobre Betty- susurro su abuela.
-Sí, la pobre está hecha un trapo, pero bueno al parecer ella no lo atendía como debía, y ese fue el resultado- emitió opinión Bárbara.
-Ay madre que cara dura eres- soltó Julia.
-Esta mañana te levantaste picante querida hija- le contestó frunciendo el ceño.
-Es que ya no las soporto, hablando mal de todo el mundo, después de que se cansan de despellejar cueros, van y se hacen las amigas de esas mismas personas.
-Eso no es así, solo nos ponemos al corriente-dijo su madre.
- Madre, hablas de la pobre Betty que su marido la dejó y que fue por su culpa.
-Si así fue, ella no lo atendía como debía.
-Yo pregunto, ¿cuándo le vas a decir que eres tú la amante de su ex esposo?- le dijo dejando a su abuela con los ojos como plato.
-Bárbara ¿tu?- preguntó azorada la pobre anciana.
-¿Ves abuela que nadie está libre?, A ver si así aprenden a no hablar de los demás, porque nadie tiene ese poder de ser el gran juez de la vida ajena, si quieren juzgar, háganlo pero mirándose al espejo.

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