domingo, 25 de septiembre de 2016



Los consejos del abuelo. Parte 2
Agustin habia recibido la no tan grata noticia de que debia abandonar su casa, la cual comstruyò para su esposa hacia ya mas de 20años, por causa de su vejez. Su unica hija, Berta, madre de su tercer nieto Matias, habìa decididò llevarlo a vivir con ella.
–Abuelo quizas ni sea tan malo, despuès de todo mi madre es una ecelente cocinera.
–No le pongo duda, solo que èsta es mi casa y me gusta vivir en ella.
Matias comprendia muy bien los motivos que su abuelo le daba en ese momento.
–¿Cuál es el motivo de tu visita?, no me vas a decir que necesitas otro consejo.
Matias sonriò– me asombrò mucho la historia que me relatastes el otro dia y vine a que me contaras que sucedió con el pueblo.
Su abuelo lo mirò ceñudo por unos segundos, el sabìa que Berta lo habia mandado a que intercediera por ella, pero decidiò dejar pasar la situaciòn y se concentrò en complacer a su nieto.
–El pueblo creiò en nùmero, pero seguian siendo esclavos en aquella tierra, a tal punto que estaban cansados de la esclavitud y por esa razòn comenzaron a pedir ayuda a su Dios,
–¿Tenian dioses?
–Tenian un solo Dios, y se hacia llamar el  yo soy, el pueblo clamò a gran voz a su Dios para que los libertara èste escuchò el clamor de su pueblo y se acordo del pacto que habia hecho con los antepasados. El  yo soy los reconociò como pueblo.
Sebastian quedò en silencio, ganandose una mirada de preocupacion de su nieto.
–¿Què sucede?
–Solo quiero decirte algo, cuando estes en problemas pide ayuda, cuando te sientas solo o desesperado pide ayuda que seguramente la vas a encontrar, porque siempre habra alguien dispuesto a ayudarte, a escucharte o simplemente a darte un abrazo, de esos que te reconfortan y te daràn la fuerza para seguir adelante.

viernes, 23 de septiembre de 2016



Los consejos del abuelo.
Matias estaba pasando por situcaciones en su vida que lo dejaban sin fuerzas, agotado. Necesitaba hablar con alguien que pudiera darle un buen consejo. Por esa razon decidiò acudir a la casa de su abuelo, èste le habia sido de mucha utilidad en momentos criticos de su adolecencia.
Sebastian, que asi se llamaba su abuelo, estaba sentado al lado de la estufa con unas graciosas pantunflas que su difunta esposa le habia tejido , èste se rascò su barbilla y saludò con un ademan de su blanca cabeza a su acongojado nieto.
–Sientate– ordenò el delgado anciano que se reacomodaba en su asiento.
–Abuelo, creo que ya no tengo ganas de seguir dandole batalla a la vida– Sebastian no dijo nada solo se limitò a acentir dandole a enteder que lo estaba escuchando atentamente– quizas te suene ridiculo, pero creo que cada mañana me levanto empapado en orin de dinosaurio, pues la mala suerte ha tocado mi puerta para quedarse y no irse jamàs.
–¿Què es lo grave que te aqueja?
–Situaciones del dia a dia que me bajonenan y me ponene de mal humor, sutiaciones que quizas solo a mi me pasan y que siento que no me dejan avanzar– Matias suspirò– se que no puedo quejarme, estoy sano, tengo trabajo y una familia que amo, pero…
–Hubo hace muchos años un pueblo, en una tierra muy antigua, dicho pueblo era esclavo de un rey–Sebastian hizo una pausa, mirò el fuego que se despertaba con cada movimiento que èl ejercia sobre los palos, su nieto lo escuchaba atento– El rey sabia algo que ni el mismo pueblo, al cual tenia como esclavos sabìa, èste Rey les temia, pues sabia que si el pueblo se multiplicaba podia unirse a otros reinos y derrocar su reinado o lo que seria peor irse lejos y declararse independiente, Por esa razòn mandò a  las parteras que atendian a las mujeres que debian dar a luz de ese pueblo, que si los niños fueran varones los mataran. Las parteras por temor a un castigo supremo no obedecieron al rey y el pueblo creiò en nùmero. Cuanto mas los oprimian mas se multiplicaban.
Lo que te quiero dar a entender con esta historia es que no importa el tamaño de las piedras que te encuentres en el camino, lo importante es saber sorteralas, no permitas que nada ni nadie detengan tu avance en la vida. Desarrolla la capacidad de saltar tan alto que las piedras se conviertan en el impulso que te lleve hacia adelatnte.