martes, 27 de diciembre de 2016

Mi vecina no me mima.

Patricia es una joven estudiante que vive sola, en un complejo habitacional muy conocido por la policía, los motivos, una vecina, doña Dulce.
Se conocieron un día gris de Abril, a Patricia se le había ocurrido pasear el perro del vecino, este que viaja mucho y de inconsciente tiene una mascota en un dos por dos, siempre hay uno en cada vecindario. En fin Pato, como así la llaman sus allegados, decidió ofrecerse a ser la cuidadora de este lindo labrador, mientras su dueño estaba fuera de la ciudad.
El dorado perro de inmensas proporciones sale disparado hacia la calle llevándose a doña Dulce, la vecina complicada, por delante, dejándola patas arriba en la vereda. Patricia consternada decide darle una mano a la adorable anciana.
–Me las pagarás, bruja del demonio– fueron las palabras que dulcemente Dulce le lanzó a Pato.
Ese fue el momento que desencadenó la furia de Dulce hacia la joven vecina, denuncias, acoso telefónico, pedradas, insultos, fueron nada, comparado a lo que sucedió un año después.
Patricia sale a baldear la vereda como era de costumbre, sábados a la tarde, emocionada en su tarea vio por el rabillo del ojo que su Dulce vecina, venía muy rápidamente por el pasillo y sin tener la más mínima consideración pasó a todo babor pechándose a Patricia.
Pato tan cansada de la misma cantaleta mes tras mes, estalló en furia:
–¿Acaso no ve que estoy limpiando?
–Y vos no ves que voy pasando, bruja del demonio.
Patricia no contestó a la agresión y solo la mandó a que siguiera su camino. doña Dulce no conforme con su despliegue de mala educación, comenzó a proferir más insultos.
–Si no se calla en este instante la bañaré de pies a cabeza.
–Hágalo, bruja del demonio.
Y zas, doña Dulce fue bañada como quien baña una torta con chocolate. Perpleja por su reacción, Patricia, junto sus utensilios y se decidió ir al interior de su casa cuando, doña Dulce la golpea con una botella que traía en su mano.
No gasto ni una palabra, Patricia se tiró a golpes sobre la anciana vecina, descargando toda su ira contra la susodicha.
Cuando oyó a lo lejos, la voz de una vecina que vivía enfrente,
”Dulce ándate, de ahí que si no te mata”, Patricia reaccionó y dándole una última bofetada se marchó,
Minutos más tarde el hijo de doña Dulce, uno de los peores malhechores de más baja calaña, azotaba la puerta de una temblorosa Patricia. Armada de valor y atendiéndolo por la ventana, le preguntó que buscaba y este muy maleducado le dijo:
–Te volviste loca, como vas a tirar a mi madre por las escaleras...
Y ese fue la gota que necesitaba para salir de ese infierno, el cual tenía como única dueña a doña Dulce.